El control de cambios aplicado desde febrero de 2003 ha producido distorsiones económicas difíciles de ocultar: sobrevaluación, inflación, mercados paralelos de divisas, crecientes importaciones y salidas de capitales. Al igual que en pasados controles de cambios, estas distorsiones conducirán, tarde o temprano, a una grave crisis. Las empresas deben aprender de las experiencias y prepararse para afrontar el trauma económico que vendrá.