Es difícil exagerar la importancia de Georg Cantor en el desarrollo de las matemáticas. Por un lado, inició la exploración matemática del infinito, un concepto que llevaba milenios abrumado por las sospechas de ser incoherente y paradójico. Por otro, contribuyó decisivamente en el proceso de abstracción que iniciaron las matemáticas en las últimas décadas del siglo XIX y que caracterizó buena parte de su desarrollo durante el siglo XX. De todo eso, y también de las circunstancias emocionales de este matemático singular, tratará este artículo.